domingo, 22 de septiembre de 2013

Los pecados capitales


Asumámoslo, todos y cada uno de nosotros hemos pecado alguna o múltiples veces. 
El mundo se encuentra lleno de tentaciones que nos llevan irremediablemente a un camino de perversión y dejadez, y luchar contra ello es harto difícil.

Empecemos por el primero de los pecados, la lujuria. ¿Quién de vosotros, mayores de edad, por supuesto, y en pleno uso de sus facultades no se ha dejado llevar alguna vez por sus instintos más primarios? eh, ¿quién?. Y es que la carne es débil, y en estos tiempos que nos ha tocado vivir, más.
La pereza: este pecado es más peligroso y difícil de llevar a cabo en la edad adulta. Cuando el despertador suena el lunes a las siete de la mañana, no nos quedan más c....s que levantarnos maldiciendo al mundo por habernos pasado todo el fin de semana de barra en barra sin descansar. Sueño acumulado que le llaman...y no se recupera, dicen. Aún recuerdo los años de bonanza en la era estudiantil, cuando podías apagar el despertador y darte media vuelta...pero bueno, esa es otra historia.
La gula: Oh my god! Ese hambre inmisericorde que se apodera de ti aún habiendo tomado tres tostadas, un café, un donut a media mañana y media bolsa de ganchitos de tu compañero de oficina. Sí, llegas a casa, abres la nevera y todo tipo de imágenes hipercalóricas rodean tus pensamientos. El secreto está en no comprarlo, ya sabéis.
La ira: Cuando tu jefe te deja con la palabra en la boca y desearías que se hundiera en el infierno por los siglos de los siglos. Y vas acumulándolo día tras día, durante varios años de tu vida laboral, echando la Primitiva, jugando a la Bonoloto y demás juegos de azar con la esperanza de que eso acabe pronto. Pero la úlcera sangrante llega antes que el estimado premio.
La envidia: Hablo como mujer. Diría que esta faceta se da mucho entre nosotras, sobre todo en el terreno físico. Somos muy dadas a criticar el nuevo look de fulanita, que le sienta tan bien, pero que no paramos de decir a todas nuestras amigas íntimas lo fea que está. Así es la vida. Lo vuestro, hombres de hoy en día, es más la envidia material, supongo, tipo "mira el BMW que tiene Agapito", o "han ascendido a Mengano por hacerle la rosca al jefe", ¡qué se yo!. El mundo de los hombres nunca acaba de sorprenderme.
Avaricia: Juju, yo tengo más que tú y no te pienso dar, porque si no, tú tendrías igual que yo, y eso no mola. Me pregunto si esto es lo que pasa por la cabeza de nuestros señores políticos, porque si no, no me explico tanta desigualdad. A menor escala, siempre nos tienta la idea de tener y tener, y no dar al mendigo de la puerta del supermercado el euro y medio que nos podemos gastar en el café del curro mañana.
Soberbia: O más bien diría yo vanidad, arrogancia, y todo esto que está tan de moda. Todos podemos serlo en diferentes facetas de la vida, y seguramente lo hayamos sido en alguna ocasión.

Hoy he decidido dedicaros unas palabras, a parte de la habitual viñeta. Espero que os haya gustado, porque si habéis llegado hasta aquí, es que por lo menos lo habéis leído, y eso es de agradecer.

Fechas de caducidad...

Carpe diem